Dentro del volcán (2016)

En su último documental, estrenado en Netflix en octubre de 2016, Werner Herzog explora el fabuloso mundo de los volcanes y fiel a su estilo, se aleja de la mera observación documental o la crónica relatada, proponiendo una reflexión humana y espiritual en torno a la furiosa vida de los volcanes activos.

Junto a Clive Oppenheimer (vulcanólogo inglés a quien conoció en la Antártida durante el rodaje de Encuentros en el fin del mundo) viajan alrededor del mundo mostrándonos la silenciosa y repentina reacción violenta de la naturaleza. Los volcanes son utilizados para indagar en las mentes de los habitantes de los pueblos originarios de las zonas afectadas y revelar las creencias místicas que ellos tienen respecto de los desastres naturales.

Filmado en locaciones extremas como Islandia, Indonesia, Etiopía y Vanuatu, países volcánicos con erupciones constantes, Herzog interactúa con científicos expertos, investigadores y habitantes locales, mostrando no sólo la acción devastadora de los volcanes, sino la repercusión humana que estos desastres conllevan. Herzog llega a la máxima introspección en las entrevistas, confrontando el pensamiento artificial del mundo occidental con la visión espiritual de los pobladores. En Vanuatu, el volcán infunde miedo, la destrucción es inminente, al mismo tiempo que representa el encuentro directo con Dios.

El director rompe una vez más con la enemistad entre la visión científica y la visión de la naturaleza: Herzog entiende que la comprensión de lo humano está atravesada por la subestimación de lo efímero y lo salvaje.

por Juan Manuel Pasam

The Enfield haunting (2015)

A partir del éxito mundial de El juego del miedo (2004), James Wan decidió explorar la claustrofobia más aguda del género para fanáticos supuestamente entrado en desuso, en parte por las propias necesidades del mercado, en parte por el propio desaliento de realizadores y espectadores. Con La noche del demonio (2010) y El conjuro (2013), el director revivió el subgénero de terror de las “haunted houses” actualizando y renovando sus elementos más clásicos.

Estrenada en 2015, la miniserie dirigida por el danés Kristoffer Nyholm está inspirada, no en la investigación de Ed y Lorraine Warren retratada en El conjuro 2 (2016), sino en la novela del parapsicólogo Guy PlayfairThis House is Haunted”, en la que relata la experiencia de su permanencia en la casa de la familia Hodgson.

Playfair (Matthew Macfayden), con la compañía de Maurice Grosse (Timothy Spall), se interesan por el caso de los Hodgson y es Grosse quien detecta desde un principio que la principal afectada y “elegida” por la fuerza demoníaca es la pequeña Janet, de 11 años. El caso de Enfield tuvo cierta difusión en su época, siendo objeto de discusión de medios de comunicación y especialistas: mientras investigadores más escépticos afirman que todo se basó en inteligentes engaños de Janet y sus hermanas para atraer la atención de la prensa, otros más “creyentes” como Playfair, Grosse o los Warren, aseguraron que Enfield puede ser considerado uno de los pocos casos con documentación real de presencia y posesión demoníaca.

A medida que se suceden las anormales conductas en Janet, las apariciones y registros de manifestaciones sobrenaturales aumentan. Playfair aparece en la historia para, en realidad, desplazar a Grosse de la investigación, pero en seguida se ponen de acuerdo para realizarla conjuntamente, al punto de quedar ambos plenamente afectados y comprometidos con el caso.

El relato, al mismo tiempo, se focaliza en la conexión establecida entre Grosse y Janet: el investigador, está terriblemente traumado por la reciente muerte de su hija y los sucesos lo irán llevando a establecer la inevitable relación de cuidado y afecto para con Janet como reflejo de lo que podría haber hecho, y no hizo, con su hija… también llamada Janet. Su esposa Betty sufre la lógica desorientación por la pérdida, y mantiene contacto eventual con el espíritu de su hija.

La miniserie está cuidadosamente escrita y dirigida para no desorientar la atención de ambos focos. Están presentes tanto los elementos típicos de presencia/posesión demoníaca (golpeteos de paredes, sonidos guturales y polifonías que meten miedo, objetos caseros que vuelan sin razón, ataque a las debilidades más íntimas del exorcista) y la común densidad de los pasillos y cuartos de una casa invadida por extrañas presencias; como así también el drama familiar sufrido por el protagonista, dando como resultado un interesante combinado de terror dilatado, encierro y culpa.

The Enfield Haunting muestra buenas intenciones como producto televisivo de terror de interiores cargado de momentos dramáticos, funcionando como relato paralelo a la exitosa secuela de Wan.

por Juan Manuel Pasam

4 películas: Peter Weir

Muchos directores tienen sus películas “olvidadas”, aquellas primeras obras que eludieron las grandes recaudaciones y los estrenos mundiales, pero que al mismo tiempo son consideradas películas clave para comprender el estilo de su creador. Peter Weir no es la excepción.  El reconocido y multipremiado director australiano de, por ejemplo, Testigo en peligro, La sociedad de los poetas muertos y The Truman Show, contiene también en su filmografía películas bastante menos alabadas por la gran industria, pero no menos importantes en su historia como realizador.

Weir nos enfrenta continuamente con el choque inevitable de individuos y grupos sociales en el mundo moderno, en diferentes ámbitos y contextos, poniendo en primer plano los reales problemas que acosan al hombre de la modernidad: la soledad, el exceso del deseo, la incapacidad de habitar el lugar del otro.

Partícipe de la llamada “nueva ola de cine australiano” de la década del ’70, momento en que el gobierno local decide financiar sus propias producciones para cortar con la masiva embestida de películas norteamericanas, Weir emerge como el director más provocador y, posteriormente, exitoso del país oceánico.

  1. Los coches que devoraron París (The cars that ate Paris, 1974)

Primer largometraje de Weir. Paris es un pueblo rural australiano, alejado de todo y de todos, habitado por siniestros personajes… ¡y por automóviles! Un hombre y su hermano sufren un accidente en la entrada del pueblo, tragedia que termina con la vida de uno de ellos. El hermano sobreviviente es sutilmente “capturado” por el alcalde y los residentes del pueblo y la consigna es que nadie debe irse de Paris. ¿Por qué? El hombre, acorralado por la extraña conducta de sus residentes, irá descubriendo poco a poco el gran secreto de la comunidad.

  1. El enigma de las Rocas Colgantes (Picnic at Hanging Rock, 1975)

Inspirada en hechos reales, la película retrata la desaparición de varias alumnas y su maestra durante un día de picnic en la formación rocosa Hanging Rock, salida con motivo del festejo del Día de San Valentín en el año 1900. Con brillante fotografía, Weir aprovecha la gran locación elegida y muestra de manera cruda y nítida la alternancia entre el silencio mortal de la naturaleza y la oscuridad introspectiva de las adolescentes. Al macabro suceso el director le agrega un polémico e inusual erotismo reprimido en las alumnas, rodeadas por la dogmática sociedad de los albores del siglo XX.

  1. La última ola (The last wave, 1977)

Inusuales eventos meteorológicos y problemas ambientales azotan a Sydney. Mientras tanto, un abogado decide actuar como defensa de cinco aborígenes acusados de asesinar a un habitante en los suburbios de la ciudad. El letrado comienza a verse afectado por el caso: lo azotan sueños en los que ve a uno de los nativos y se desata una extraña conexión entre ambos. Se sucederán revelaciones personales, místicas y ancestrales en medio de un panorama apocalíptico, mientras la ciudad es amenazada por las fuerzas de la naturaleza. Con la música hipnotizante del didgeridoo, Weir nos abre las puertas de una pesadilla sin retorno y evidencia su talento con esta verdadera obra maestra.

  1. El visitante (The plumber, 1979)

Un plomero irrumpe en la vida cotidiana de una joven pareja con la excusa de realizar arreglos en el baño del departamento: el argumento es simple. Lo que no es nada simple es construir un personaje tan pero tan molesto. Todo lo manifestado por el plomero sugiere al comienzo, tal vez, cierta compasión, pero rápidamente se transforma en molestia y miedo: sus movimientos, sus insoportables conversaciones, la urgencia por ser aceptado, su silbido, su violencia contenida… Luego de su primera aparición en la historia, su presencia será la más esperada y la que generará más rechazo. Lógicamente, las cosas se complicarán con la esposa indefensa y un marido ausente y descreído.

por Juan Manuel Pasam

4 películas: Brian De Palma

Durante los años ’70, De Palma desarrolló un estilo inconfundible, signado por temáticas recurrentes: el doble, la perversión sexual, el mirón, el ojo de la cámara como instrumento del voyeur, el dispositivo técnico como testigo y revelador de misterios, el héroe casual y novato.

Estas temáticas, de por sí complejas, son alimentadas con la utilización constante y casi obsesiva de determinados recursos cinematográficos, que más que provocar sobrecarga, expresan el cine como artificio en su esplendor más claro y eficiente, con un efecto en el espectador tal vez difícil de igualar. El uso del split-screen (pantalla cortada que presenta dos o más situaciones simultáneas en el cuadro dinamizando la narración) y la búsqueda de renovadas e intrincadas temporalidades adaptadas al género (el empleo de la cámara lenta en momentos clave o la música como constructora espaciotemporal), entre otros recursos, consagraron a De Palma como uno de los maestros del suspenso moderno.

  1. Hermanas diabólicas (Sisters, 1973)

Oscurísima primera gran producción de De Palma, con una Margot Kidder fenomenal, interpretando a dos hermanas gemelas con un pasado más que turbulento. En el medio: un mórbido doctor, policía desorientada y una vecina periodista a quien De Palma entromete en la historia de manera, justamente, muy… ¿“De Palmesca”? Grace presencia, de manera accidental, un violento asesinato mientras contempla el paisaje urbano sucedido a través de su ventana (creo que no hace falta decir que De Palma podría ser el hijo que Hitchcock nunca tuvo, pero el que más quiso). De ahí en más, la periodista junto a un detective privado indagarán hasta lo más oscuro en la vida de las gemelas. Es la primera colaboración musical de Bernard Herrmann (compositor de la banda sonora de las películas más importantes de Hitchcock) con De Palma.

  1. Vestida para matar (Dressed to kill, 1980)

De Palma dirigiendo a Michael Caine haciendo de psiquiatra, imposible evitarlo. Una paciente del Dr. Elliott es asesinada y mientras la policía sospecha inútilmente de la única testigo del crimen, el hijo de la falsa heroína apuñalada se transformará en detective experto con la ayuda de su cámara filmadora. Cinematográficamente excesiva y argumentalmente retorcida, puede ser tan previsible como fantástica: sólo hay que describir la extensa secuencia inundada de perversidad que comienza en el museo y culmina casi de manera apoteótica con el violento asesinato en el ascensor. Hay un antes y un después luego de Dressed to kill, es de las fundamentales.

  1. Estallido mortal (Blow out, 1981)

Después de dirigir a Caine lo llamó a John Travolta para interpretar a un grabador de sonidos para películas. De Palma lo hizo de nuevo: un dispositivo técnico (en este caso de audio) es pieza clave en la historia para desenredar lo que está detrás de un supuesto accidente automovilístico.  Cientos de sonidos moldean el relato a la vez que el sonido latente del posible crimen encierra a Jack, hasta que el juego del gato y el ratón con el asesino serial (John Lithgow) se vuelve frenético. La brutalidad de Lithgow, la sensualidad de Nancy Allen (quien todavía era mujer de De Palma) y un Travolta meticuloso, conforman un círculo imposible de abandonar.

  1. Mujer fatal (Femme fatale, 2002)

Otra vez el dispositivo técnico y el actor taquilla: Antonio Banderas interpreta a un fotógrafo desinteresado del mundo. Y sí, otra vez… su cámara fotográfica le dará las respuestas que no puede encontrar en relación al pasado y a la verdadera identidad de una enigmática rubia que también es morocha, atractiva y peligrosa. La secuencia inicial de la película es realmente brillante, De Palma es experto en manejar la tensión y las acciones simultáneas del relato: la entrada al Festival de Cannes es la excusa para llevar a cabo el plan que cambiará la vida de la protagonista.

por Juan Manuel Pasam