4 películas: Peter Weir

Muchos directores tienen sus películas “olvidadas”, aquellas primeras obras que eludieron las grandes recaudaciones y los estrenos mundiales, pero que al mismo tiempo son consideradas películas clave para comprender el estilo de su creador. Peter Weir no es la excepción.  El reconocido y multipremiado director australiano de, por ejemplo, Testigo en peligro, La sociedad de los poetas muertos y The Truman Show, contiene también en su filmografía películas bastante menos alabadas por la gran industria, pero no menos importantes en su historia como realizador.

Weir nos enfrenta continuamente con el choque inevitable de individuos y grupos sociales en el mundo moderno, en diferentes ámbitos y contextos, poniendo en primer plano los reales problemas que acosan al hombre de la modernidad: la soledad, el exceso del deseo, la incapacidad de habitar el lugar del otro.

Partícipe de la llamada “nueva ola de cine australiano” de la década del ’70, momento en que el gobierno local decide financiar sus propias producciones para cortar con la masiva embestida de películas norteamericanas, Weir emerge como el director más provocador y, posteriormente, exitoso del país oceánico.

  1. Los coches que devoraron París (The cars that ate Paris, 1974)

Primer largometraje de Weir. Paris es un pueblo rural australiano, alejado de todo y de todos, habitado por siniestros personajes… ¡y por automóviles! Un hombre y su hermano sufren un accidente en la entrada del pueblo, tragedia que termina con la vida de uno de ellos. El hermano sobreviviente es sutilmente “capturado” por el alcalde y los residentes del pueblo y la consigna es que nadie debe irse de Paris. ¿Por qué? El hombre, acorralado por la extraña conducta de sus residentes, irá descubriendo poco a poco el gran secreto de la comunidad.

  1. El enigma de las Rocas Colgantes (Picnic at Hanging Rock, 1975)

Inspirada en hechos reales, la película retrata la desaparición de varias alumnas y su maestra durante un día de picnic en la formación rocosa Hanging Rock, salida con motivo del festejo del Día de San Valentín en el año 1900. Con brillante fotografía, Weir aprovecha la gran locación elegida y muestra de manera cruda y nítida la alternancia entre el silencio mortal de la naturaleza y la oscuridad introspectiva de las adolescentes. Al macabro suceso el director le agrega un polémico e inusual erotismo reprimido en las alumnas, rodeadas por la dogmática sociedad de los albores del siglo XX.

  1. La última ola (The last wave, 1977)

Inusuales eventos meteorológicos y problemas ambientales azotan a Sydney. Mientras tanto, un abogado decide actuar como defensa de cinco aborígenes acusados de asesinar a un habitante en los suburbios de la ciudad. El letrado comienza a verse afectado por el caso: lo azotan sueños en los que ve a uno de los nativos y se desata una extraña conexión entre ambos. Se sucederán revelaciones personales, místicas y ancestrales en medio de un panorama apocalíptico, mientras la ciudad es amenazada por las fuerzas de la naturaleza. Con la música hipnotizante del didgeridoo, Weir nos abre las puertas de una pesadilla sin retorno y evidencia su talento con esta verdadera obra maestra.

  1. El visitante (The plumber, 1979)

Un plomero irrumpe en la vida cotidiana de una joven pareja con la excusa de realizar arreglos en el baño del departamento: el argumento es simple. Lo que no es nada simple es construir un personaje tan pero tan molesto. Todo lo manifestado por el plomero sugiere al comienzo, tal vez, cierta compasión, pero rápidamente se transforma en molestia y miedo: sus movimientos, sus insoportables conversaciones, la urgencia por ser aceptado, su silbido, su violencia contenida… Luego de su primera aparición en la historia, su presencia será la más esperada y la que generará más rechazo. Lógicamente, las cosas se complicarán con la esposa indefensa y un marido ausente y descreído.

por Juan Manuel Pasam

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