Reunión cumbre: Paul Thomas Anderson y Daniel Day-Lewis

Durante el 2016 comenzaron los rumores acerca del nuevo proyecto y ahora es un hecho: la próxima película de Paul Thomas Anderson, que tendrá a Daniel Day-Lewis como protagonista, se encuentra en etapa de rodaje. Diez años después del éxito de Petróleo sangriento, es la segunda colaboración entre ambos.

Experto en desnudar las historias secretas de su California natal, será la primera producción del director en Inglaterra.  La nueva película estará situada en los ’50 en Londres y girará en torno a un diseñador de moda que trabaja para la realeza y la clase alta. Al igual que en la mayoría de sus filmes, Anderson explora la micro historia más oscura del siglo XX, indagando en momentos sociales clave (el origen de la Cienciología en The Master o la sociedad post-hippie de 1970 en Vicio propio) y reflexionando sobre los albores y la crisis de la modernidad.

El nuevo proyecto cuenta también con la presencia del guitarrista de Radiohead Jonny Greenwood, quien por cuarta vez consecutiva se encargará de componer la música original para una película de Anderson.

Hasta el momento, el título tentativo del film es Phantom thread y las primeras exhibiciones están previstas para diciembre de este año.

T2 Trainspotting (2017)

¿Qué puede esperar uno acerca de la segunda entrega de Trainspotting? Más allá de las ineludibles comparaciones que, como sucede a menudo, relativizan y empequeñecen el gran esfuerzo de la creación, la conexión con la primera Trainspotting es un efecto marcado y resaltado en esta segunda parte, haciendo perdurar la esencia y el mito que el film de Danny Boyle provocó en los años noventa.

Después de veinte años, Mark Renton (Ewan McGregor) decide regresar a Edimburgo, ciudad donde supo vivir su juventud viva y desenfrenada junto con sus amigos Sick Boy (Jonny Lee Miller), Spud (Ewen Bremner) y el ahora fugitivo Francis Begbie (Robert Carlyle). El film se encuentra atravesado por el reencuentro de Renton con sus viejos amigos y el conflictivo evento que se produce en el desenlace de la primera Trainspotting: la traición que marca la relación entre ellos.

Durante el film, las actitudes de los personajes y su manera de ser siguen siendo las mismas, sin embargo los tiempos son diferentes: resulta interesante apreciar cómo se introducen los nuevos tiempos, con sus grandes avances tecnológicos (que repercuten notablemente en cómo nos relacionamos) en el relato del film. Hay un halo de desilusión respecto de aquellos años de juventud, drogas y anarquía frente al sistema que los encuentra dos décadas después aún en la misma actitud, con monitores más grandes, redes sociales y teléfonos celulares.

Los guiños y el tratamiento estilístico conectan profundamente ambas películas; de nada sirve la comparación en busca de cuál es mejor o no. En varios pasajes, T2 Trainspotting resulta más un homenaje a la primera parte que una continuación. Hay riqueza, actualización y repeticiones: desde los mismos escenarios, pasando por flashbacks que revisitan escenas de la primera película, hasta el conocido monólogo “choose life” actualizado a estos tiempos.

T2 Trainspotting devuelve a estos cuatro magníficos personajes reencontrados, reviviendo y siendo su propio mito, más que presentando una nueva trama. Vemos nuevamente al grupo de amigos creando y destruyendo, inmersos en un mundo sin norte fijo, bajo la mirada de Boyle que mantiene su identidad y una banda sonora que renueva canciones respecto de la primera edición.

por Esteban Caccaviello

4 películas: Paul Thomas Anderson

Paul Thomas Anderson compone, sin dudarlo, un lugar privilegiado entre las apariciones más importantes de la industria del cine de Hollywood de las últimas tres décadas. El director californiano ha sellado su cualidad “de autor” combinando guiones (propios) con vastísimas producciones, poniendo nuevamente en primer plano lo que parecía extinto desde la década de los ’90 en Hollywood: cierta “autonomía” todavía puede retribuir con millones en recaudación.

A la manera de los directores surgidos en la década del “nuevo cine americano” de los ’70 (Scorsese, Altman, Friedkin), Anderson navega constantemente entre el cine como entretenimiento y el cine como lenguaje artístico. En este sentido, PTA suele ir a contramano de lo requerido por el público masivo, por lo que la búsqueda de pura linealidad en su estilo es misión casi imposible (y tal vez, innecesaria) y sus intenciones como director son renovadas película tras película.

Desde extensos repartos de talentosos y populares actores hasta estudios de carácter centrados en la construcción de un personaje, desde historias interrelacionadas hasta recreaciones de época sumamente cuidadas y ambientadas, Anderson busca, antes que nada, la satisfacción personal como artista. Su perfil distintivo también lo define la dirección de video clips de músicos de la talla de Fiona Apple (ex pareja de Anderson en los ’90), Aimee Mann o los recientemente estrenados Daydreaming y Present tense, canciones del último disco de Radiohead.

Repasamos aquí las últimas cuatro producciones de la “mente brillante” de Hollywood.

  1. Junun (2015)

PTA y Jonny Greenwood (guitarrista y compositor de Radiohead, colaborador inseparable de PTA desde 2007) emprenden un fugaz e inesperado viaje a la India para registrar la colaboración del músico inglés con un numeroso grupo de virtuosos músicos locales. De 54 minutos de duración, Junun es un mediometraje documental filmado con el sólo propósito de registrar más que contar o narrar, por lo que aquí se ve el Anderson más descontracturado posible. Casi siempre ajeno a lo registrado y con sólo breves intervenciones, Anderson, con cámara en mano, nos muestra de manera natural y desgarbada los ensayos previos a una presentación en vivo, la interacción y planificación entre los músicos y algún que otro viaje por las colmadas calles de Rajasthan.

  1. Vicio propio (Inherent vice, 2014)

Adaptación del (supuestamente) inadaptable y enigmático novelista norteamericano Thomas Pynchon, Vicio propio nos relata las extrañas andanzas del detective privado Larry “Doc” Sportello (Joaquin Phoenix). La historia se sitúa en Los Angeles en 1970 (lugar y año del natalicio de Anderson), en medio del universo hippie a punto de culminar. Las conversaciones histriónicas y los frenéticos personajes de la historia le dan a Vicio propio una marca particular y, tal vez, de difícil acceso. La escritura del guión no sigue una estructura puramente dramática: Sportello busca incesamente a su novia desaparecida, conociendo delirantes personajes, surcando calles llenas de drogas, música y liberación sexual. Al igual que en Magnolia, PTA convoca a un reparto enorme de actores para ambientar de manera brillante y psicodélica los comienzos de una de las décadas clave de la cultura rock.

  1. The Master (2012)

En este oscuro drama de interiores, Anderson nos transporta a 1950. Freddie Quell (Joaquin Phoenix) es un problemático (y alcohólico) ex combatiente de la segunda guerra que busca reinsertarse en la sociedad como fotógrafo. Su vida parece enderezarse hasta que conoce a Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), líder de una extraña organización religiosa llamada “La Causa”. Comienza entonces una intensa relación entre ambos, que se irá transformando rápidamente en relación de poder y perversión. A medida que Quell se adentra en el mundo de Dodd y sus seguidores, los secretos se irán revelando y el interminable “juego mental” se adueñará de la vida de ambos. Anderson focaliza aquí en la interpretación, construyendo una intrincada historia con actuaciones superlativas y un guión magistral. Es sabido que PTA se inspiró, para crear el personaje de Dodd, en L. Ron Hubbard, el fundador de la polémica Iglesia de la Cienciología.

  1. Petróleo sangriento (There will be blood, 2007)

Fanático de las historias de otras épocas, PTA nos lleva ahora a comienzos del siglo XX, para contarnos la cruenta vida del magnate del petróleo Daniel Plainview. Petróleo sangriento es un estudio de carácter hecho y derecho, un show inolvidable del obsesivo Daniel Day-Lewis, quien construye uno de los personajes más complejos y temerarios que nos ha dado el cine en los últimos tiempos. Con impresionante fotografía y locación y una envolvente banda sonora de Jonny Greenwood, Anderson retrata la vida rural de comienzos de siglo, atravesada por la religión, el poder y la violencia que rodean a la sociedad emergente del interior de Estados Unidos. Plainview se asienta en un pequeño pueblo dominado por la represión y la dominación masculina y ultraja tierras a la fuerza para su sólo cometido empresarial. Violento, anti-humano y sin límites, derribará a cualquiera que se interponga ante su ansia de poder, incluso si es su propio hijo.

por Juan Manuel Pasam

Dentro del volcán (2016)

En su último documental, estrenado en Netflix en octubre de 2016, Werner Herzog explora el fabuloso mundo de los volcanes y fiel a su estilo, se aleja de la mera observación documental o la crónica relatada, proponiendo una reflexión humana y espiritual en torno a la furiosa vida de los volcanes activos.

Junto a Clive Oppenheimer (vulcanólogo inglés a quien conoció en la Antártida durante el rodaje de Encuentros en el fin del mundo) viajan alrededor del mundo mostrándonos la silenciosa y repentina reacción violenta de la naturaleza. Los volcanes son utilizados para indagar en las mentes de los habitantes de los pueblos originarios de las zonas afectadas y revelar las creencias místicas que ellos tienen respecto de los desastres naturales.

Filmado en locaciones extremas como Islandia, Indonesia, Etiopía y Vanuatu, países volcánicos con erupciones constantes, Herzog interactúa con científicos expertos, investigadores y habitantes locales, mostrando no sólo la acción devastadora de los volcanes, sino la repercusión humana que estos desastres conllevan. Herzog llega a la máxima introspección en las entrevistas, confrontando el pensamiento artificial del mundo occidental con la visión espiritual de los pobladores. En Vanuatu, el volcán infunde miedo, la destrucción es inminente, al mismo tiempo que representa el encuentro directo con Dios.

El director rompe una vez más con la enemistad entre la visión científica y la visión de la naturaleza: Herzog entiende que la comprensión de lo humano está atravesada por la subestimación de lo efímero y lo salvaje.

por Juan Manuel Pasam

The Enfield haunting (2015)

A partir del éxito mundial de El juego del miedo (2004), James Wan decidió explorar la claustrofobia más aguda del género para fanáticos supuestamente entrado en desuso, en parte por las propias necesidades del mercado, en parte por el propio desaliento de realizadores y espectadores. Con La noche del demonio (2010) y El conjuro (2013), el director revivió el subgénero de terror de las “haunted houses” actualizando y renovando sus elementos más clásicos.

Estrenada en 2015, la miniserie dirigida por el danés Kristoffer Nyholm está inspirada, no en la investigación de Ed y Lorraine Warren retratada en El conjuro 2 (2016), sino en la novela del parapsicólogo Guy PlayfairThis House is Haunted”, en la que relata la experiencia de su permanencia en la casa de la familia Hodgson.

Playfair (Matthew Macfayden), con la compañía de Maurice Grosse (Timothy Spall), se interesan por el caso de los Hodgson y es Grosse quien detecta desde un principio que la principal afectada y “elegida” por la fuerza demoníaca es la pequeña Janet, de 11 años. El caso de Enfield tuvo cierta difusión en su época, siendo objeto de discusión de medios de comunicación y especialistas: mientras investigadores más escépticos afirman que todo se basó en inteligentes engaños de Janet y sus hermanas para atraer la atención de la prensa, otros más “creyentes” como Playfair, Grosse o los Warren, aseguraron que Enfield puede ser considerado uno de los pocos casos con documentación real de presencia y posesión demoníaca.

A medida que se suceden las anormales conductas en Janet, las apariciones y registros de manifestaciones sobrenaturales aumentan. Playfair aparece en la historia para, en realidad, desplazar a Grosse de la investigación, pero en seguida se ponen de acuerdo para realizarla conjuntamente, al punto de quedar ambos plenamente afectados y comprometidos con el caso.

El relato, al mismo tiempo, se focaliza en la conexión establecida entre Grosse y Janet: el investigador, está terriblemente traumado por la reciente muerte de su hija y los sucesos lo irán llevando a establecer la inevitable relación de cuidado y afecto para con Janet como reflejo de lo que podría haber hecho, y no hizo, con su hija… también llamada Janet. Su esposa Betty sufre la lógica desorientación por la pérdida, y mantiene contacto eventual con el espíritu de su hija.

La miniserie está cuidadosamente escrita y dirigida para no desorientar la atención de ambos focos. Están presentes tanto los elementos típicos de presencia/posesión demoníaca (golpeteos de paredes, sonidos guturales y polifonías que meten miedo, objetos caseros que vuelan sin razón, ataque a las debilidades más íntimas del exorcista) y la común densidad de los pasillos y cuartos de una casa invadida por extrañas presencias; como así también el drama familiar sufrido por el protagonista, dando como resultado un interesante combinado de terror dilatado, encierro y culpa.

The Enfield Haunting muestra buenas intenciones como producto televisivo de terror de interiores cargado de momentos dramáticos, funcionando como relato paralelo a la exitosa secuela de Wan.

por Juan Manuel Pasam

4 películas: Peter Weir

Muchos directores tienen sus películas “olvidadas”, aquellas primeras obras que eludieron las grandes recaudaciones y los estrenos mundiales, pero que al mismo tiempo son consideradas películas clave para comprender el estilo de su creador. Peter Weir no es la excepción.  El reconocido y multipremiado director australiano de, por ejemplo, Testigo en peligro, La sociedad de los poetas muertos y The Truman Show, contiene también en su filmografía películas bastante menos alabadas por la gran industria, pero no menos importantes en su historia como realizador.

Weir nos enfrenta continuamente con el choque inevitable de individuos y grupos sociales en el mundo moderno, en diferentes ámbitos y contextos, poniendo en primer plano los reales problemas que acosan al hombre de la modernidad: la soledad, el exceso del deseo, la incapacidad de habitar el lugar del otro.

Partícipe de la llamada “nueva ola de cine australiano” de la década del ’70, momento en que el gobierno local decide financiar sus propias producciones para cortar con la masiva embestida de películas norteamericanas, Weir emerge como el director más provocador y, posteriormente, exitoso del país oceánico.

  1. Los coches que devoraron París (The cars that ate Paris, 1974)

Primer largometraje de Weir. Paris es un pueblo rural australiano, alejado de todo y de todos, habitado por siniestros personajes… ¡y por automóviles! Un hombre y su hermano sufren un accidente en la entrada del pueblo, tragedia que termina con la vida de uno de ellos. El hermano sobreviviente es sutilmente “capturado” por el alcalde y los residentes del pueblo y la consigna es que nadie debe irse de Paris. ¿Por qué? El hombre, acorralado por la extraña conducta de sus residentes, irá descubriendo poco a poco el gran secreto de la comunidad.

  1. El enigma de las Rocas Colgantes (Picnic at Hanging Rock, 1975)

Inspirada en hechos reales, la película retrata la desaparición de varias alumnas y su maestra durante un día de picnic en la formación rocosa Hanging Rock, salida con motivo del festejo del Día de San Valentín en el año 1900. Con brillante fotografía, Weir aprovecha la gran locación elegida y muestra de manera cruda y nítida la alternancia entre el silencio mortal de la naturaleza y la oscuridad introspectiva de las adolescentes. Al macabro suceso el director le agrega un polémico e inusual erotismo reprimido en las alumnas, rodeadas por la dogmática sociedad de los albores del siglo XX.

  1. La última ola (The last wave, 1977)

Inusuales eventos meteorológicos y problemas ambientales azotan a Sydney. Mientras tanto, un abogado decide actuar como defensa de cinco aborígenes acusados de asesinar a un habitante en los suburbios de la ciudad. El letrado comienza a verse afectado por el caso: lo azotan sueños en los que ve a uno de los nativos y se desata una extraña conexión entre ambos. Se sucederán revelaciones personales, místicas y ancestrales en medio de un panorama apocalíptico, mientras la ciudad es amenazada por las fuerzas de la naturaleza. Con la música hipnotizante del didgeridoo, Weir nos abre las puertas de una pesadilla sin retorno y evidencia su talento con esta verdadera obra maestra.

  1. El visitante (The plumber, 1979)

Un plomero irrumpe en la vida cotidiana de una joven pareja con la excusa de realizar arreglos en el baño del departamento: el argumento es simple. Lo que no es nada simple es construir un personaje tan pero tan molesto. Todo lo manifestado por el plomero sugiere al comienzo, tal vez, cierta compasión, pero rápidamente se transforma en molestia y miedo: sus movimientos, sus insoportables conversaciones, la urgencia por ser aceptado, su silbido, su violencia contenida… Luego de su primera aparición en la historia, su presencia será la más esperada y la que generará más rechazo. Lógicamente, las cosas se complicarán con la esposa indefensa y un marido ausente y descreído.

por Juan Manuel Pasam

4 películas: Brian De Palma

Durante los años ’70, De Palma desarrolló un estilo inconfundible, signado por temáticas recurrentes: el doble, la perversión sexual, el mirón, el ojo de la cámara como instrumento del voyeur, el dispositivo técnico como testigo y revelador de misterios, el héroe casual y novato.

Estas temáticas, de por sí complejas, son alimentadas con la utilización constante y casi obsesiva de determinados recursos cinematográficos, que más que provocar sobrecarga, expresan el cine como artificio en su esplendor más claro y eficiente, con un efecto en el espectador tal vez difícil de igualar. El uso del split-screen (pantalla cortada que presenta dos o más situaciones simultáneas en el cuadro dinamizando la narración) y la búsqueda de renovadas e intrincadas temporalidades adaptadas al género (el empleo de la cámara lenta en momentos clave o la música como constructora espaciotemporal), entre otros recursos, consagraron a De Palma como uno de los maestros del suspenso moderno.

  1. Hermanas diabólicas (Sisters, 1973)

Oscurísima primera gran producción de De Palma, con una Margot Kidder fenomenal, interpretando a dos hermanas gemelas con un pasado más que turbulento. En el medio: un mórbido doctor, policía desorientada y una vecina periodista a quien De Palma entromete en la historia de manera, justamente, muy… ¿“De Palmesca”? Grace presencia, de manera accidental, un violento asesinato mientras contempla el paisaje urbano sucedido a través de su ventana (creo que no hace falta decir que De Palma podría ser el hijo que Hitchcock nunca tuvo, pero el que más quiso). De ahí en más, la periodista junto a un detective privado indagarán hasta lo más oscuro en la vida de las gemelas. Es la primera colaboración musical de Bernard Herrmann (compositor de la banda sonora de las películas más importantes de Hitchcock) con De Palma.

  1. Vestida para matar (Dressed to kill, 1980)

De Palma dirigiendo a Michael Caine haciendo de psiquiatra, imposible evitarlo. Una paciente del Dr. Elliott es asesinada y mientras la policía sospecha inútilmente de la única testigo del crimen, el hijo de la falsa heroína apuñalada se transformará en detective experto con la ayuda de su cámara filmadora. Cinematográficamente excesiva y argumentalmente retorcida, puede ser tan previsible como fantástica: sólo hay que describir la extensa secuencia inundada de perversidad que comienza en el museo y culmina casi de manera apoteótica con el violento asesinato en el ascensor. Hay un antes y un después luego de Dressed to kill, es de las fundamentales.

  1. Estallido mortal (Blow out, 1981)

Después de dirigir a Caine lo llamó a John Travolta para interpretar a un grabador de sonidos para películas. De Palma lo hizo de nuevo: un dispositivo técnico (en este caso de audio) es pieza clave en la historia para desenredar lo que está detrás de un supuesto accidente automovilístico.  Cientos de sonidos moldean el relato a la vez que el sonido latente del posible crimen encierra a Jack, hasta que el juego del gato y el ratón con el asesino serial (John Lithgow) se vuelve frenético. La brutalidad de Lithgow, la sensualidad de Nancy Allen (quien todavía era mujer de De Palma) y un Travolta meticuloso, conforman un círculo imposible de abandonar.

  1. Mujer fatal (Femme fatale, 2002)

Otra vez el dispositivo técnico y el actor taquilla: Antonio Banderas interpreta a un fotógrafo desinteresado del mundo. Y sí, otra vez… su cámara fotográfica le dará las respuestas que no puede encontrar en relación al pasado y a la verdadera identidad de una enigmática rubia que también es morocha, atractiva y peligrosa. La secuencia inicial de la película es realmente brillante, De Palma es experto en manejar la tensión y las acciones simultáneas del relato: la entrada al Festival de Cannes es la excusa para llevar a cabo el plan que cambiará la vida de la protagonista.

por Juan Manuel Pasam